sábado, 8 de mayo de 2010

UNESCO y Guinea Ecuatorial

Una idea brillante de la ONU

¿Porqué dejar que sólo un déspota nombre y dote un premio nuevo, cuando tantos otros merecen elogios?

No es un caníbal, a pesar de todo lo que la difamatoria prensa occidental y los opositores exiliados digan. Ningún tribunal le ha condenado, o a su familia, por embolsarse los fondos estatales, cualesquiera que sean los alegatos del Senado de los Estados Unidos y de las organizaciones no gubernamentales. Y él gana las elecciones habituales, tan libres y justas como muchas otras en África Central. A cualquier persona que dude del amor de su pueblo, sólo le basta recordar el admirable apoyo del 95% que obtuvo en una elección presidencial en noviembre pasado.

¿Por qué preocuparse, entonces, por una decisión de la UNESCO, el organismo de las Naciones Unidas responsable de la educación y la ciencia, de poner en marcha un premio a los logros en las ciencias de la vida, pagado por el Presidente Obiang Nguema de Guinea Ecuatorial y que lleva su nombre? ¿No era Alfred Nobel un fabricante de armas, antes de dotar el premio con su nombre?

Muchos critican constantemente al régimen del señor Nguema, tal vez porque arrebató el poder en un golpe de estado hace 30 años y porque compite con Muammar Gaddafi de Libia, como el líder que más tiempo lleva en servicio en África. Por el contrario, deberían elogiar su impresionante estabilidad. Los extranjeros se quejan de la detención y asesinato de líderes de la oposición, la represión de la prensa, o del desperdicio de los ingresos petroleros gastados en palacios y autos de lujo. Pero los pragmáticos estarán de acuerdo con el Sr. Nguema en que Human Rights Watch y los demás claramente quieren "chantajear" a su país. Los rumores de horrores en sus cárceles, como la tristemente célebre prisión de Playa Negra, son claramente exageraciones. Un relator especial de la ONU, quien describió las condiciones "inhumanas" y la "tortura sistemática" en las cárceles de Guinea Ecuatorial, fue bastante razonablemente despedido por el Sr. Nguema, por debatir esta cuestión con el único miembro de la oposición en el parlamento.

Los observadores deben centrarse en la generosidad del Sr. Nguema. El nuevo premio de la UNESCO le va a costar unos 3 millones de dólares (sin incluir los honorarios de los grupos de presión y las empresas de relaciones públicas que le arrimaron esto). En lugar de poner reparos, otras organizaciones deben seguir la postura de la UNESCO.

Todos deben tener premios

El Programa Mundial de Alimentos, para empezar, debe pedir al Presidente de Zimbabwe los fondos necesarios para establecer un premio Robert Mugabe a la productividad agrícola. A continuación, la agencia de refugiados de la ONU podría exprimir unos cuantos millones de dólares de la junta de gobierno de Myanmar para un premio Than Shwe a la promoción de los derechos de las mujeres encarceladas. La Organización Mundial de la Salud seguramente podría seducir al primer ministro de Italia, para que proporcione algún dinero para una medalla Silvio Berlusconi a los avances en educación sexual. El Organismo Internacional de Energía Atómica podría pedirle a Irán para un premio Mahmud Ahmadineyad al patrocinio de la energía nuclear pacífica.

Lo único malo de esta propuesta es que a nadie se le ocurrió antes. Saddam Hussein podría haber dotado un premio celebrando el multiculturalismo. Idi Amin, el gran presidente showman de Uganda, podría haber establecido un premio para la innovación en la ciencia culinaria. Muchos conservadores estadounidenses desconfían de las Naciones Unidas; quizás se sentirían de otro modo si los antigues amigos del ex vice-presidente Dick Cheney hubieran dotado un premio a la transparencia en el gobierno. Tal vez la UNESCO podría promover la elegancia en el vestir, con un premio Kim Jong Il al dictador mejor vestido o poner en marcha una campaña para la brevedad al hablar en público con el nombre del presidente de Venezuela, Hugo Chávez.

La creación de premios, no debería presentar ningún problema. Conseguir que alguien los acepte puede que sí.

Tomado de "The Economist", Mayo 7, 2010

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