[El artículo siguiente da una idea bastante aproximada de los problemas del gobierno Maduro para financiarse. La traducción es para mis amigos que prefieren leer en español]
Por
Clifford Krauss, 29 de octubre de 2017.
The New
York Times
Energía y
Ambiente
Rusia está esgrimiendo
el petróleo cada vez más como una herramienta geopolítica, extendiendo su
influencia alrededor del mundo y desafiando a los intereses de los Estados
Unidos.
Pero Moscú
se arriesga a encontrar problemas, prestando dinero y haciendo negocios en
economías turbulentas y climas políticos inestables.
La
estrategia enfrenta una prueba crucial esta semana en Venezuela, un aliado ruso
que debe conseguir un millardo de dólares para evitar caer en mora en sus
deudas.
Rusia ha
estado haciendo una ráfaga de préstamos y negocios centrados en la industria
petrolera venezolana, un dinero que podría marcar la diferencia entre el
colapso del gobierno y su supervivencia. A cambio, Moscú consigue una ventaja
estratégica en el patio trasero de Washington.
El
presidente Nicolás Maduro de Venezuela, se volvió puras sonrisas este mes durante
una visita a Moscú buscando apoyo financiero fresco, agradeciéndole a Vladimir
V. Putin “por su apoyo, tanto político como diplomático.”
Moscú, a
través del gigante petrolero estatal Rosneft, está tratando de ganar influencia
en lugares en donde los Estados Unidos han tropezado o donde el poder está en
el aire. Sus esfuerzos son impulsados también por la necesidad, pues las
sanciones estadounidenses y europeas han forzado a Rosneft a encontrar nuevos
socios e inversiones en otros sitios.
La
compañía, en la que Rusia ha confiado desde hace mucho para que financie su
gobierno y sus programas sociales, ha empujado profundamente en países
políticamente sensibles como Cuba, China, Egipto y Vietnam, así como en lugares
tumultuosos donde los intereses estadounidenses están en juego.
Rosneft
está buscando negocios en el Mediterráneo oriental y en África, áreas de
importancia táctica más allá de la escena energética. Está esgrimiendo
influencia política y económica en el norte de Irak, haciendo grandes negocios de
petróleo y gas natural en territorio kurdo. Y está pescando para hacer ofertas por
el control de campos petroleros iraníes, a medida que aumentan las tensiones
entre Teherán y Washington.
Rosneft
está “tratando de crear oportunidades que pueden ser extremadamente valiosas de
modo geopolítico,” dijo Amy Myers Jaffe, una experta en seguridad energética en
el Consejo de Relaciones Exteriores. “Le dan realmente un apalancamiento
increíble al gobierno ruso en asuntos de importancia para los Estados Unidos.” El
nuevo empuje de Rosneft sigue a las restricciones impuestas a Rusia.
Rosneft,
que es 50% propiedad del estado ruso, está liderizada por Igor I. Sechin, un ex
Vice Primer Ministro y un aliado cercano de Putin. Luego de la invasión rusa de
Crimea hace tres años, los Estados Unidos y Europa castigaron al Sr. Sechin con
sanciones.
Desde
entonces, Exxon Mobil y otras compañías petroleras occidentales se han visto
impedidas de usar su experticia tecnológica para ayudar a Rosneft a desarrollar
campos petroleros y gasíferos en aguas profundas, en esquistos y árticos. Eso
ha forzado a Rosneft a buscar por todas partes nuevos campos petroleros para
remplazar sus reservas.
Hasta ahora,
la mayor apuesta de Rosneft es Venezuela. En los últimos tres años, Rusia y
Rosneft han provisto a Caracas con $10 millardos en asistencia financiera,
ayudando a Venezuela a evitar caer en cesación de pagos al menos dos veces,
bajo el peso de una deuda de hasta $150 millardos.
Rusia está
efectivamente tomando el lugar de China, como el principal banquero de
Venezuela. Mientras el presidente Hugo Chávez estaba en el poder, China le
prestó a Venezuela decenas de millardos de dólares para proyectos, que serían
pagados con petróleo. Pero China calladamente ha dejado de otorgar nuevos préstamos,
dejando que Rusia llene el vacío.
El año
pasado, Rosneft tomó un 49.9% de las acciones de Citgo, la compañía estadounidense
de refinación petrolera subsidiaria de la petrolera estatal de Venezuela, como
garantía por un préstamo de $1.5 millardos a la compañía venezolana. La
compañía petrolera estatal, Petróleos de Venezuela, o Pdvsa, usó el dinero para
pagar sus cuentas y mantener sus campos petroleros en producción.
El negocio
fue criticado agudamente por los miembros del Congreso estadounidense, que
advirtieron que una eventual toma rusa de Citgo podría amenazar la seguridad
nacional. Citgo opera aproximadamente el 4 por ciento de la capacidad de
refinación estadounidense y tiene una amplia red de oleoductos y estaciones de
servicio. Y Caracas sigue siendo altamente dependiente del mercado
estadounidense, pues pocas refinerías fuera de los Estados Unidos puede
procesar grandes cantidades de crudo venezolano de baja calidad.
En Abril,
Rosneft fue más allá, suministrando un pago anticipado de $1 millardo por
petróleo crudo producido por la empresa petrolera estatal, una ayuda crucial
para que esta pudiera hacer pagos de casi $3 millardos a los poseedores de
bonos.
Pero las
inversiones rusas no están exentas de riesgo. Los campos petroleros venezolanos
están envejeciendo y en mal estado. Las empresas de servicios petroleros se han
estado retirando, luego de años de pagos parciales por su trabajo. Y las nuevas
sanciones estadounidenses han prohibido en gran parte las transacciones de
préstamos a largo plazo con Pdvsa u otras inversiones en nueva deuda del
gobierno, agudizando las estrecheces financieras de Venezuela.
“Rusia es
el único país que puede darle a Venezuela un salvavidas para sobrevivir el
resto del año,” dijo Francisco J. Monaldi, un analista de políticas energéticas
en la Universidad Rice. “China tiene la capacidad, pero no tiene la voluntad de
hacerlo, y por eso es que Venezuela está tan desesperada por conseguir el apoyo
ruso. No hay otra salida.”
Venezuela
es ahora la segunda fuente de petróleo de Rosneft, después de Rusia misma. La
compañía rusa revende cerca de 225.000 barriles diarios de petróleo venezolano,
equivalente al 13% de las exportaciones venezolanas.
Más
petróleo venezolano podría fluir hacia Rusia en poco tiempo. Rosneft está
negociando con la compañía petrolera estatal venezolana para cambiar su
garantía en Citgo por participaciones en campos petroleros, como una forma de
obtener más reservas a precios de gallina flaca y evitar cualquier sanción u
otros problemas legales con Washington.
“Hay
decididamente un elemento geopolítico en estos negocios,” dijo Helima Croft,
jefe global de estrategias de materias primas en RBC Capital Markets. “Rosneft
adquiere propiedades baratas en Venezuela, pero ¿expande también la influencia
de Vladimir Putin en nuestro patio trasero? Sí.”
El modelo
venezolano de Rosneft también está encontrando tracción en el Medio Oriente,
donde Rusia está buscando maneras de apoyar al gobierno de Bashar al-Assad en
Siria, hacer amigos en Irán y ayudar a meter una cuña entre Turquía y
Occidente.
En la
región kurda del norte de Irak, Moscú está buscando ejercer influencia sobre
las partes enfrentadas. Sigue un referendo kurdo que favorece la independencia
de Bagdad, que tanto los Estados Unidos como Turquía temen que traiga más
inestabilidad a la región.
Rusia
también se opone formalmente a la independencia kurda. Pero eso no impidió que
Rosneft firmara un acuerdo de $400 millones con el gobierno regional del
Kurdistán este mes, para obtener derechos de perforación de campos petroleros.
Rusia ya invirtió
más de $4 millardos el año pasado en los campos petroleros del Kurdistán. Y
Rosneft se convirtió en el mayor comprador de petróleo kurdo, a medida que las
empresas petroleras occidentales reducían sus inversiones.
“Para Rusia,
tener un rol e influencia sobre la política kurda es útil en Siria, y es útil
como contrapresión sobre Turquía también,” dijo David L. Goldwyn, quien fue el principal
diplomático especializado en energía en el primer gobierno de Obama.
Todos esos
tejemanejes parecen ser más agresivos en Venezuela, donde el compromiso ruso es
más riesgoso.
El gobierno
venezolano dice que tiene más de $9 millardos en reservas internacionales,
aunque gran parte de ellas son oro que debe ser enviado al exterior a venderse,
una transacción que puede tomar tiempo.
El
siguiente gran pago se vence el jueves, por $1,2 millardos, del vencimiento de
un bono de Pdvsa. Coqueteando con caer en mora, la compañía corrió a pagar la
mayor parte, pero no todo un bono de $1 millardo que vence el viernes, mientras
el país aún debe $350 millones en pagos que vencen este mes.
Las
sanciones estadounidenses contra Venezuela, la producción en decadencia y los
problemas recurrentes en líneas de tuberías y en los puertos han llevado a
varios refinadores a volverse hacia otros países latinoamericanos en busca de
suministros.
Si hay una
cesación de pagos y el gobierno de Maduro colapsa, Rusia y Rosneft podrían
quedar con préstamos incobrables que un nuevo gobierno no quiera pagar.
“¿Continuará
Rusia financiando a Venezuela?” se preguntaba Siobhan Morden, jefe de
estrategia de ingresos fijos de Latinoamérica de Nomura Holdings. “Eso es
todavía una interrogante. No sé.”