Me he propuesto traducirlos al español, no solo porque eso me obliga a leerlos detenidamente, sino para que mis amigos que prefieren leer en nuestro idioma puedan darles un vistazo. Como con la inconclusa serie sobre Egipto ("Por más democracia"), me parece que todo este material sirve para meditar acerca de nosotros mismos, la situación de nuestro país y las historias alternativas de improbables futuros. ¿Queremos que algo así nos pase? ¿Nos identificamos con esa frase de "un estado gobernado por un brutal sindicato del crimen –los Soprano con armas de destrucción masiva", al que estamos tratando de convencer por las buenas de abandonar el poder? En todo caso, ¿qué estamos haciendo para que nuestra historia discurra por un camino diferente?
¡Feliz lectura!
¿Cómo derrocar a Assad, y porqué los EEUU debería
intentarlo?
Por Michael Weiss, Foreign Affairs, 28 de Agosto de
2013.
El martes,
el Secretario de Estado de los EEUU, John Kerry, habló del reciente ataque
químico en Siria como un hecho “innegable” – no sujeto a debate. Lo llamó una “obscenidad
moral” y culpó directamente al régimen de Bashar al-Assad. La afirmación fue un
discurso de guerra sin disimulo. La única pregunta ahora es qué forma tomará la
guerra y cuánto durará la batalla.
Hay varios
rumores arremolinados. Uno es que la administración Obama preferiría una mera
campaña “punitiva”. Algunas fugas de información a los medios en oportunidades
precisas parecen apuntar en esta dirección. Pero tal estrategia no lograría
nada si la meta es disuadir al régimen de Assad de usar agentes químicos nunca
más. Durante el año pasado, Israel ha dado media docena de golpes de alfiler en
escondites de armas avanzadas dentro de Siria, probablemente porque estuviesen
destinados a Hezbollah en el Líbano. El mismo número de operaciones atestigua
sobre cuán poco alteraron la actitud de Assad: él todavía importa equipo de
alta tecnología.
Otro plan
rumoreado, que reportó la NBC, citando altos funcionarios de los EEUU, es que
las misiones en los próximos días no buscarían matar a Assad o derrocar a su régimen,
sino destruir o degradar sus instalaciones de comando y control, sistemas de
artillería y aeropuertos. Esa es con seguridad una opción más inteligente,
siempre que .los ataques asciendan más allá de mandar un mensaje y hagan un daño
duradero a la infraestructura militar del régimen. Cualquier cosa menos que eso
sería estrategicamente inútil y un desperdicio de misiles costosos.
De hecho,
el presidente de los EEUU, Barack Obama, debería re-articular su política de
cambio de régimen para Siria, que anunció primero en el verano de 2011 y luego
ha revisado calladamente y rescindido desde entonces. Y debería equipar
cualquier intervención hacia promover esa política, de acuerdo con lo que
aliados claves de los EEUU han dicho que es su método preferido de desalojar la
dictadura dinástica de 40 años: la gradual afirmación del control por la
oposición. Contrario a la sabiduría convencional, ya hay ejemplos de que esto
podría funcionar bien en Siria.
EL PUNTO
La forma
más fácil de lograr el cambio de régimen no es ningún misterio para los
formadores de políticas o los planificadores militares del Pentágono. Su fase
inicial puede llamarse aislamiento del régimen. Los Estados Unidos deberán
degradar o destruir la capacidad de aprovisionamiento aéreo del régimen de
Assad. Esto no acarrearía el despliegue de fuerzas de los EEUU a Siria, ni
significaría el desplome del régimen de la noche a la mañana. Pero estorbaría
su capacidad de mover hombres y armas dentro de Siria.
La
estrategia tendría el beneficio añadido de aislar a Siria de sus aliados. Martin
Dempsey, el Jefe del Estado Mayor Conjunto, ha minimizado repetidamente la
importancia de la Fuerza Aérea Siria, afirmando, por ejemplo, que de todas las
muertes sirias en los dos años y medio de la guerra, sólo aproximadamente un
décimo han sido causadas por cohetes y bombas tirados desde los aviones de
Assad. Pero esta estadística elude un aspecto más importante del uso de los
aeropuertos, los helicópteros y los aviones del régimen: los aviones militares y
comerciales rusos e iraníes llegan diariamente a descargar armas (algunas de
ellas son sistemas avanzados de defensa aérea o marítima); municiones y
personal. Irán está gastando un estimado de $500 millones de dólares por mes
para mantener a flote a su aliado.
Como consecuencia,
Irán ha heredado virtualmente el portafolio de seguridad sirio. Según admiten los
propios funcionarios de seguridad sirios, Irán y Hezbollah han ayudado a Damasco
a construir una milicia sectaria de 100.000 miembros llamada la Fuerza Nacional
de Defensa, sin la cual, como concluyó el Wall Street Journal el 26 de Agosto,
esas victorias recientes en Homs simplemente no habrían sido posibles. En
algunos casos, Irán ha estado llevando en avión a reclutas de la Fuerza
Nacional de Defensa a Teherán, donde reciben entrenamiento de guerra de
guerrillas. Debido a que todas las fronteras de Siria – excepto la frontera con
el Líbano – están controladas por los rebeldes (Turquía, Jordania) o son
fácilmente vigiladas por ellos (Iraq), los transportes de equipo y personal por
tierra son cada vez menos frecuentes. Pero los
despachos que llegan al aeropuerto internacional de Damasco y a la base
aérea Mezze, que está controlada por la Cuarta División Blindad y está ubicada
al suroeste de la capital, no han disminuido su frecuencia.
Así, es tan
simple como esto: si quitas las pistas de aterrizaje, los aviones iraníes y
rusos no pueden aterrizar, ni pueden despegar los aviones sirios.
Las buenas
noticias son que no hay muchas pistas de aterrizaje de alto uso que queden por
atacar. De las 27 bases aéreas en Siria que son capaces de ayudar a las
misiones primarias de la Fuerza Aérea Siria, sólo seis quedan en pleno uso. Las
otras están bajo control rebelde o se las están peleando ferozmente. Chris
Harmer, un alto analista naval del Institute for the Study of War (Instituto
para el Estudio de la Guerra), ha demostrado que la Fuerza Aérea Siria se ha
reducido a unos 100 aviones preparados para operar. En una serie de
conferencias intrincadamente detalladas, Harmer también delineó un plan de
acción verosímil para degradar seriamente la capacidad aérea de Assad sin “que
ninguna aeronave de los EEUU entre en el espacio aéreo sirio”. En cambio, los
Estados Unidos confiarían principalmente en misiles lanzados desde navíos o
sistemas de enfrentamiento disparados desde aviones en territorio internacional
o aliado. El suelo israelí, jordano, árabe saudita, turco o incluso italiano
podría ser usado con este propósito. Estos países también lo permitirían.
Ya, los
destructores de clase Arleigh-Burke con misiles Tomahawk de ataque a tierra –
el USS Mahan, el USS Barry, el USS Ramage y el USS Gravely – están en ruta o en
posición en el Mediterráneo oriental. Todos están equipados con armas
defensivas contra las cuales cualquier ataque naval sirio sería ineficaz (Los
Tomahawk tienen un alcance de 1.000 millas náuticas; los misiles contra-buques
más avanzados de Assad, los P-800 Yakhont, tienen un alcance de 180 millas). El
número de Tomahawks en la región se podría duplicar eficazmente si los Estados
Unidos también despliegan allí submarinos de ataque o de misiles crucero.
Además, como hace notar Harmer, si la división del portaaviones USS Harry
Trumanm que incluye dos cruceros clase Ticonderoga y dos destructores clase
Arleigh-Burke adicionales, se reubicara del Mar Rojo, donde está ahora, al
Mediterráneo oriental, “aumentaría significativamente el poder de fuego
disponible para atacar a blancos en Siria.” Los blancos para estas municiones
pueden y deberían incluir pistas de aterrizaje, aeronaves de ala rotatoria y
fija estacionados, torres de control de tráfico aéreo, vehículos del ejército,
sistemas de defensa aérea, buques de la armada, y la sede del régimen.
EL
DESPERTAR SUNNI
Ningún enfrentamiento
militar directo de los EEUU podría funcionar sin un compromiso paralelo en
desarrollar a la oposición armada, lo que ha sido una meta oficial de los EEUU
descuidada por mucho tiempo. Un ejército rebelde responsable y confiable podría
encargarse no solo de luchar contra el régimen y sus múltiples representantes,
sino también de proteger a los intereses estadounidenses, europeos y regionales
del aumento de extremistas en el Levante.
Luego de la
anterior violación de Assad de la línea roja de Obama, la Casa Blanca anunció
que comenzaría a enviar armas ligeras al Comando Militar Supremo, un paraguas
logístico y de coordinación respaldado por los Estados Unidos liderado por
Salim Idris, un hombre con quien se han familiarizado todas las agencias de
inteligencia de Occidente. Hasta hoy, sin embargo, se han despachado pocas o
ninguna de esas armas. La política del status quo de permitir el contrabando
indirecto de armas en los estados del Golfo sí persiste.
Y aún así,
a pesar de ese letargo, hay signos esperanzadores. Aunque poco cubierto por la
prensa internacional y los “expertos” en política, en los meses recientes, el
frente sur en Siria ha visto a unidades rebeldes respaldadas por Occidente y
sus aliados, ganando cada vez más territorio, a expensas tanto de Assad como de
al Qaeda, que ha estado usando la guerra en Siria como una oportunidad para
expandir su alcance para establecer lo que espera sea un emirato islámico previo
a un califato mundial. El crédito por esto se debe fundamentalmente a Arabia
Saudita y lo que ella llama su “estrategia del sur,” o la construcción de
fuerzas rebeldes en y alrededor de Damasco, particularmente en los pueblos de Barzeh,
Jobar y Qaboun, donde los rebeldes han incautado alijos de armas y hasta
tomaron una instalación eléctrica. Todos estos pueblos están en el distrito de
Ghouta Este, el mismo que Assad gaseó la semana pasada y había gaseado antes,
también.
Como parte
de su estrategia sur, Arabia Saudita ha trabaja cercanamente con Jordania – un desarrollo
que Arabia Saudita ha minimizado, hasta negado, debido al temor del rey
Abdullah de que Assad tome represalias contra su vecino del sur. Juntos, los
dos países y sus contrapartidas estadounidenses, británicas y francesas han
dispuesto y manejado un centro de operaciones conjuntas no revelado en Jordania
para entrenar a los rebeldes sirios en métodos de guerra táctica, inteligencia,
contra-inteligencia y uso de armas. Un sirio que entrevisté este mes me confirmó
que su hermano había pasado recientemente por el programa de entrenamiento.
Destacó el marcado contraste de antes y después en las destrezas marciales de
su hermano, que ahora incluían hasta técnicas para respirar correctamente al
apuntar un rifle. Se dice que aproximadamente 1.000 entrenados se han graduado
del programa hasta ahora.
Ahora, los
Estados Unidos deberían hacer de reclutar y entrenar muchos miles más de
rebeldes una prioridad principal. Un incentivo para hacerlo es que, a menos que
Washington planee despachar unidades del Comando de Operaciones Especiales
Conjuntas a Siria en una fecha posterior (y eso no parece probable), necesitará
su propio representante –una gendarmería siria- para reducir la influencia
militar y política de al Qaeda.
Han dicho
que construir un aliado rebelde confiable es una tarea imposible. Pero quizá no
hay mejor indicador de la disposición de ciertas formaciones rebeldes a jugar
pelota que la confianza con que los principales comandantes de la FSA (el
Ejército Sirio Libre, por sus siglas en inglés) en Deraa abiertamente condenan
a Jabhat al-Nusra y al Estado Islámico de Iraq y el Levante –las dos
franquicias de al Qaeda en Siria- y los etiquetan como mercenarios de la
inteligencia siria. Una reunión que tuve hace dos semanas con Ziad al-Fahad, el
principal comandante en el frente sur del Comando Militar Supremo, fue
instructivo. Fahad me dijo que “la única razón por la que la gente comenzó a
pelear para los grupos extremistas es porque ellos tenían armas y medios.” En
contraste, “nosotros teníamos armas y medios en el sur – asaltamos escondites
del régimen eficazmente. Por eso los extremistas no son tan fuertes aquí.”
También habló en términos inequívocos sobre el hecho de que la lucha por Siria
ahora es una lucha contra el régimen y contra los jihadistas. ¿Por qué? Porque
si “los extremistas consiguen todas las armas avanzadas, [el FSA] mismo se
convertirá en víctima.”
El instinto
de supervivencia, debe recordarse, fue la razón principal de que los rebeldes
tomaran las armas contra Assad en primer lugar. Su temor de ser decapitados por
los militantes luego que Assad se vaya está justificado, y es un cálculo fuerte
en su planificación hacia el futuro. Tanto Fahad como su suplente, Abu Fadi,
con quien también hablé, me contaron varias anécdotas sobre cómo las unidades
FSA y las poblaciones locales han desafiado o expulsado a Jabhat al-Nusra de
los poblados en Deraa. Sus historias fueron corroboradas luego por los
activistas. En total, el desafío contra los militantes alineados con al Qaeda
es un ejemplo embrionario, así como una lección objetiva para una especie de
despertar Sunni, o sahwa, que será crucial para cualquier estrategia de los
EEUU.
Desafortunadamente,
las perspectivas de la sahwa en las provincias norteñas de Idlib, Aleppo y
Raqqa son mucho más tenues que en el sur, dado el predominio de las fuerzas
jihadistas allí y la dependencia de las poblaciones locales de estos grupos,
para necesidades diarias tales como alimentos, agua y atención médica. (El
Estado Islámico hasta montó ferias y repartió juguetes para los niños sirios en
Aleppo, durante Ramadán). Aún así, aparte de los Teletubbies y el juego de la
silla, al Qaeda sigue siendo al Qaeda. Ya está cometiendo los errores usuales
asociados con las iniciativas de “construcción de un estado” Zarqawista en
Iraq. Por ejemplo, impusieron penalidades de sharia para los supuestos crímenes
de blasfemia, disparándole a Muhammad Qata’a, un adolescente quinceañero, en el
cuello y la cara frente a sus padres. Detuvieron a respetados ancianos tribales
en Raqqa, la única provincia completamente “liberada” de Siria, que estuvieron
en desacuerdo con su estilo de gobierno draconiano. Recientemente respaldaron
el asesinato de un comandante de alto nivel del FSA en Latakia. Y muy
probablemente secuestraron y asesinaron a Paolo Dall’Oglio, un sacerdote
católico muy respetado por la oposición, por su apoyo temprano al movimiento de
protesta anti-Assad. Todo eso anuncia el desencanto público: las manifestaciones
contra el Estado Islámico han sido consistentes y crecientes en Raqqa. Como me
planteó un analista sirio recientemente: “¿Cuándo fue la última vez que viste
una unidad del FSA que se hiciese tan impopular que, en unos dos meses, hubiese
incitado protestas en su contra en cinco ciudades, una de las cuales siguió todos
los días por al menos dos semanas?”
Las
condiciones son fértiles para debilitar a los jihadistas a expensas de los
moderados. Más allá del entrenamiento, hay formas en que los Estados Unidos
pueden ayudar. Turquía parece haberse dado cuenta ya de que, al dejar su
frontera abierta para que cualquier tipo de mujahidín escrofuloso cruce
caminando, se ha buscado un palo para su propio lomo. Hay rumores en Ankara de
que la inteligencia turca por fin ha comenzado a restringir el flujo de armas a
Jabhat al-Nusra en el norte de Siria. (A pesar de que el gobierno turco niega
haberse hecho la vista gorda con los extremistas, ha estado reacio a
reprimirlos por lo formidables que son en batalla. Ver a al Qaeda referida como
las tropas especiales del pobre no es la menor de las tragedias de Siria). Los
Estados Unidos deberían hacer todos los esfuerzos para convertir en realidad los
rumores sobre la interrupción de al-Nusra. Turquía está desesperada por
intervenir. Los Estados Unidos pueden usar eso para su propia ventaja, haciendo
que su participación dependa de una mejor disciplina fronteriza turca. También puede
ofrecerle a las unidades del FSA en Aleppo, Idlib y Raqqa incentivos basados en
desempeño para que alejen sus operaciones militares y responsabilidades administrativas
civiles de las manos de los loquitos. Si las armas se comparten, se incautan o
simplemente “se pierden”, no se entregarán más. El mismo Idris ha ofrecido un
acuerdo de responsabilidad así a los Estados Unidos.
Finalmente,
el Departamento del Tesoro de los EEUU, que ya ha designado a al-Nusra como una
entidad terrorista, debe presionar a los países del Golfo –especialmente a
Kuwait y Qatar- para eliminar cualquiera de los mecanismos privados o
cuasi-estatales de obtención de fondos que explotan al Qaeda y otros grupos
extremistas no alineados con el FSA en Siria, para mantenerse con dinero y
balas. En Kuwait, las campañas promocionales para conseguir dinero para Ahrar
al-Sham, otra brigada principal salafista que seguramente será una amenaza a la
seguridad en el futuro, son asunto público y notorio. Es un escándalo, pero uno
fácil de remediar.
ROMPIENDO
LOS MITOS
Ha tomado
dos años y medio y más de 100.000 vidas para que se rompiesen varios mitos
sobre Siria. El primero es que un estado gobernado por un brutal sindicato del
crimen –los Soprano con armas de destrucción masiva- puede ser presionado u
obligado a dejar el poder pacíficamente. El segundo es que un dictador
Baathista nunca usaría gas venenoso contra la gente que esclaviza, mucho menos
hacerlo en la era de la cámara del celular y de YouTube. El tercero es que cualquier
intervención militar directa sería unilateral y por lo tanto enfrentaría el
escepticismo o la censura internacional.
Obama nunca
tuvo que salir a buscar una coalición para Siria, ya hay una pre-armada y que ha
estado tocando a la puerta de la Oficina Oval, de hecho, por bastante tiempo. Israel,
Jordania, Kuwait, Qatar, Arabia Saudita, Turquía, y los Emiratos Árabes Unidos,
todos ven a Siria como una grave amenaza a corto plazo a su seguridad nacional.
Gran Bretaña y Francia, ambos justamente petrificados por el retorno de militantes
radicalizados a suelo europeo, parecen atisbar al menos una amenaza a mediano
plazo a sus propias fronteras. Todos participarán en una intervención liderada por
los EEUU, como se ha hecho ampliamente claro esta semana. Y con cuatro
destructores de los EEUU en el Mediterráneo –y las pistas de aterrizaje
marcadas de viruela en Damasco- es poco probable que Rusia e Irán, ninguno de
los cuales comparte fronteras contiguas con Siria, puedan hacer mucho más que
gritar y vociferar. Materialmente
hablando, ya han estado haciendo todo lo que pueden, y es lo que nos ha llevado
a donde estamos.
En los
próximos días y semanas, entonces, no deberían ser solo las imágenes de las
explosiones en Damasco las que consuman la atención de los Estados Unidos, sino
también la actividad en las fronteras norte y sur de Siria. ¿Están recibiendo
armas y entrenamiento adecuados los rebeldes? ¿Están ganando terreno en el
frente sur? ¿Idris ha dejado de redactar cartas abiertas al presidente
rogándole más ayuda que la que ha recibido? Las respuestas indicarán si hay una
estrategia coherente en acción.
Aún así,
sería una locura haber presenciado el destrozo de los viejos mitos sobre Siria
para ver el recrudecimiento de otro: que Siria con Assad sería más estable y
manejable que sin él. Obama tiene que comenzar reconociendo cuán tonto y
peligroso es ese supuesto. Dos o tres días de ataques aéreos que no están
equipados para el cambio de régimen, harían poco para impedir la emergencia de
un Congo en el Mediterráneo. Pero garantizarían que los Estados Unidos tengan
que volver a este conflicto más tarde, sin que pueda escoger cuándo.
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