Opiniones,
Por Dana Milbank.
Traducido por Max Flint.
Dana Milbank escribe sobre teatro político en la capital de los EE. UU. Se unió a The Post como reportero político en el año 2000, después de dos años como editor en jefe de The New Republic y ocho años con el Wall Street Journal. Es autor de tres libros sobre política: Tears of a Clown (2010), Homo Politicus (2008) y Smashmouth (2001). Vive en Washington.
El Senador Marco Rubio, el hombre clave del Partido Republicano sobre Cuba, parecía luchar para contener su furia mientras respondía a la movida del miércoles del Presidente Obama para normalizar las relaciones con el enemigo de la Guerra Fría.
El legislador cubano americano, dirigiéndose a un salón lleno de reporteros y fotógrafos en el Capitolio, cortó el aire con su mano derecha, disparó tersas respuestas a las preguntas y, frecuentemente alzando la voz, escupió insultos a la administración Obama:
“Absurdo.”
“Vergonzoso.”
“Indignante y ridículo.”
“Una concesión a la tiranía.”
“Basado en una ilusión, en una mentira.”
“Haciendo concesiones a los opresores.”
“Ignora deliberadamente la forma en que el mundo funciona realmente.”
Chad Pergram de Fox News le preguntó a Rubio por qué él estaba tan confiado de que el cambio con Cuba sería un desastre y no un éxito como los acuerdos de Camp David o el acuerdo del Viernes Santo en Irlanda del Norte, que también tuvieron sus críticos.
“Porque yo conozco al régimen cubano y su verdadera naturaleza mejor que este presidente o cualquiera en su administración,” respondió el senador.
Otra pregunta apuntó que los cubano-americanos más jóvenes apoyan las relaciones normales con Cuba.
“No me importa si las encuestas dicen que el 99 por ciento de la gente cree que deberíamos normalizar las relaciones con Cuba,” respondió Rubio, añadiendo luego: “No me importa si el 99 por ciento de la gente en las encuestas está en desacuerdo con mi posición. Esta es mi posición, y creo apasionadamente en ella.”
Amenazó con usar su reciente nombramiento como presidente de un sub-comité en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado para bloquear el nombramiento de un embajador en Cuba y la construcción de una embajada allí, y dijo que la mejor política sería aumentar las sanciones de la era soviética.
La respuesta emocional –y a veces inexacta- de Rubio al cambio de política muestra por qué la movida de Obama para normalizar los lazos con Cuba después de más de medio siglo es tanto una buena política como política de la buena. Es una buena política porque tira por la borda un vestigio de política que ha dejado de servir a un propósito útil, y porque es un acto de valentía de Obama que demuestra un liderazgo fuerte y que lo ayudará a revivir de una situación de presidente saliente. Es política de la buena porque revelará que la vieja guardia cubano-americana, cuya posición representa Rubio, ya no habla por la mayoría de los cubano-americanos.
La Florida International University, que encuesta anualmente a los cubano-americanos, encontró este año que el 68 por ciento está a favor de las relaciones diplomáticas con Cuba. Sólo el 41 por ciento de los mayores de 65 años está a favor de la normalización, comparado con el 88 por ciento de los que tienen entre 18 y 29 años de edad.
Pero Rubio estaba respondiendo desde sus vísceras, que han sido sazonadas con el dogma inquebrantable de los exiliados cubanos. Comenzó sus observaciones con la frase “Como un descendiente de inmigrantes cubanos y alguien que ha sido criado en una comunidad de exiliados cubanos,” y observó que “Para mí Cuba está cercana a mi hogar, tanto por mi herencia, [como] también por la comunidad en la que vivo.”
Esta inmersión ha llenado a Rubio de una lógica basada en la fe – y una certeza absoluta sobre resultados que no se pueden saber. “Yo sé como verdad fundamental que esto va a alejar aún más el día que la democracia llegue a Cuba,” proclamó. Afirmó además que “Yo conozco la verdadera naturaleza de este régimen. Interactúo cada día con gente que ha sido oprimida por el régimen. Estos cambios no harán nada para cambiar su comportamiento hacia el pueblo cubano. Dentro de un año [el régimen] seguirá siendo igual de represivo que hoy.”
Antes de aparecer en el estudio de Senate TV, Rubio le concedió una entrevista a Fox News en la cual dijo que “Barack Obama es el peor negociador que hemos tenido como presidente desde al menos Jimmy Carter.” Ese sería el mismo Jimmy Carter que negoció los aún exitosos acuerdos de Camp David. Para cuando el senador de 43 años dio su conferencia de prensa, había revisado esa línea, llamando a Obama “el peor negociador que hemos tenido en la Casa Blanca desde que nací.”
Pero Rubio tuvo más problemas cuando Ed O’Keefe del Washington Post le preguntó al legislador católico qué le diría al Papa Francisco, que intervino para alentar las negociaciones y recibir delegaciones de los dos países en el Vaticano. “Según lo entiendo, la influencia que tuvo Su Santidad fue sobre la liberación de [el americano Alan] Gross, que no he criticado.”
Una declaración del Vaticano sugirió que su interés había sido más amplio, y el Papa ofreció “sus cálidas congratulaciones por la histórica decisión tomada por los Gobiernos de los Estado Unidos de América y Cuba de establecer relaciones diplomáticas.”
El senador tenía una visión diferente del Santo Padre. “En resumen, lo que estos cambios van a lograr es apretar por décadas las garras de este régimen en el poder,” dijo.
Esa es la doctrina de infalibilidad senatorial, y generalmente termina mal para sus seguidores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario