Visiones
del Mundo
Por Max
Fisher
The
Washington Post, 5 de Noviembre de 2013
Traducido
por Max Flint
La experta
en ciencias políticas Erica Chenoweth creía, como muchos, que la violencia es
la vía más confiable para deshacerse de un dictador. La historia está llena, al
fin y al cabo, de golpes, rebeliones y guerras civiles. Ella no tomaba muy en
serio las protestas públicas u otras formas de resistencia pacífica; ¿cómo
podrían poner patas arriba a un régimen poderoso, autoritario?
Entonces,
como cuenta Chenoweth en una Ted Talk puesta en internet el lunes, organizó
algunos datos y se sorprendió de sus hallazgos. “Recolecté los datos sobre
todas las principales campañas violentas y no violentas para el derrocamiento
de un gobierno o la liberación de un territorio desde el año 1900,” dice –
cientos de casos. “Los datos me impactaron.”
Aquí está
la gráfica, que sugiere bastante claramente que los movimientos no violentos
tienen muchas más probabilidades de funcionar:
[Erica
Chenoweth/YouTube]
Y esa tendencia está realmente “aumentando en el tiempo,”
añade Chenoweth. “Las campañas no violentas se están haciendo cada vez más
exitosas.” A continuación hay un gráfico de las campañas exitosas desde 1940
hasta 2006.
[Erica Chenoweth/YouTube]
Los datos muestran un gran aumento en los éxitos violentos
en los 1970s y 1980s, quizás un producto tanto de la des-colonización – la partida
de las potencias europeas del África Sub-Sahariana fue seguida por un número de
conflictos violentos por el poder – como de la Guerra Fría, en la cual el
respaldo de los EE.UU. y los soviéticos puede haber empujado a los movimientos
rebeldes al éxito. Pero esa tendencia se ha revertido significativamente desde el
final de la Guerra Fría, con los éxitos no violentos muy por arriba.
“Los investigadores usualmente afirmaban que ningún gobierno
puede sobrevivir si sólo el 5% de la población se levanta en su contra,” dice
Chenoweth. “Nuestros datos muestran que el número puede ser menor. Ninguna
campaña fracasó en ese periodo luego que lograran la participación activa y
sostenida de sólo el 3,5% de la población.” Añade, “pero entienda esto: cada
campaña que sobrepasó el punto del 3,5% fue no violenta. Las campañas no
violentas fueron en promedio cuatro veces más grandes que las campañas
violentas promedio.”
Por supuesto, 3,5% es mucha gente. Por ejemplo, en Irán representa
2,7 millones de personas. En China, son 47 millones. Aún así, sucede. No está
claro exactamente cuántos egipcios protestaron en el levantamiento de Febrero
de 2011 que llevó a la caída del presidente Hosni Mubarak, pero no parece
improbable que hayan alcanzado el umbral de los 2,9 millones.
Chenoweth enfoca gran parte de su presentación sobre la
importancia de lograr que el 3,5% de la población proteste para hacer caer a un
gobierno y por qué la resistencia no violenta es la forma más eficaz de
hacerlo. Yo argumentaría que las cosas que hacen a la no violencia más eficaz
que la violencia van más allá de la pregunta sobre si es mejor para lograr que
más gente salga a la calle.
Yo hice mi tesis de maestría sobre la represión gubernamental sobre los levantamientos populares, lo que involucró observar
mucho los mismos fenómenos. Para decirlo claramente, no tengo ni de cerca la
experticia de la profesora Chenoweth, y estudié sólo unos 30 casos comparado
con sus “cientos.” Aún así, encontré algunas cosas que respaldarían su
argumento de que la resistencia no violenta es más eficaz.
Algo que encontré es que las probabilidades de fracasar de un
levantamiento aumentan un 50% si se vuelve violento. Parece que una vez que los que protestan toman las armas, legitiman el uso de la violencia
aplastante como respuesta del estado. En otras palabras, es mucho más probable
que las fuerzas de seguridad abran fuego – y es mucho más probable que los
policías y soldados individualmente cumplan esa orden – si la oposición les
está disparando. Es una reacción humana, puesto que a la gente no le gusta que
le disparen, pero también importa en la política interna del gobierno. Los
levantamientos a menudo pueden causar una crisis de legitimidad dentro del
gobierno, particularmente si la relación entre el jefe del estado y las fuerzas
de seguridad y/o armadas se rompe, lo que a su vez puede provocar la caída del
gobierno. Mientras más violento sea el levantamiento, es más probable que unifique
internamente al régimen.
Tenga en mente que el estado casi siempre tiene a las fuerzas
militares a su disposición para aplastar casi cualquier levantamiento. Esto es
verdad particularmente desde el final de la 1ª Guerra Mundial, luego de que la mayoría
de los estados adquiriesen tanques, ametralladoras y otras herramientas que
casi ningún grupo rebelde puede igualar en el campo de batalla. Encontré que
las probabilidades de éxito de un levantamiento se reducen a la mitad si los
militares intervienen directamente y esto es mucho menos probable si el
levantamiento continúa siendo no violento.
El uso de la violencia también tiende a reducir el apoyo público
a un levantamiento. Chenoweth cree que esto se debe a que un levantamiento
violento demanda más físicamente y es más peligroso y por lo tanto asusta a los
participantes, pero yo añadiría que la violencia es polémica y puede
engendrar simpatía hacia la policía y los soldados en el otro extremo de los
rifles de los disidentes. Un levantamiento violento puede terminar polarizando
a la gente a favor del gobierno, mientras que la represión del gobierno contra
un levantamiento no violento a menudo reducirá el apoyo público del régimen.
Chenoweth continúa con un argumento importante: Los
movimientos de resistencia violentos, aún si tienen éxito, pueden crear muchos
problemas a largo plazo. “Resulta que la forma en que uno resiste importa a
largo plazo, también,” dice, explicando que sus datos sugieren que los países
con levantamientos no violentos “tenían muchas más probabilidades de emerger
con instituciones democráticas.” También tenían 15% menos probabilidades de “recaer”
en una guerra civil. Después de todo, un movimiento no violento es a menudo
inherentemente democrático, una especie de opinión pública de masas fuera de
las urnas. Un movimiento violento, en cambio, no importa cuáles sean los
ideales que lo impulsan, tiene que ver con legitimizar el poder a través de la
fuerza; no es difícil ver cómo sus participantes victoriosos terminarían
manteniendo el poder fundamentalmente a través de la violencia, también.
Todavía todo está en un campo en desarrollo, por supuesto, y
algo tan complicado como un levantamiento popular no podría ser previsto nunca
por una sola variable. Aún si la mayoría de los levantamientos violentos
fracasan, algunos tienen éxito, así que no hay una regla absoluta por la cual
los movimientos no violentos sean siempre mejores. Para obtener más
información, lea “Why Civil Resistance Works” [Por qué funciona la resistencia
civil], escrito por Chenoweth y Maria Stephan.
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