Esta traducción es una pequeña contribución más a entender lo que pasa en Grecia, y lo que puede pasar en el futuro inmediato.
FOREIGN
AFFAIRS [RELACIONES EXTERIORES]
Publicado
por el Consejo sobre Relaciones Exteriores
Martes, 7
de Julio de 2015.
Un dolor en las Atenas
Por qué
Grecia no tiene la culpa de la Crisis
Por Mark
Blyth
Mark Blyth
es Profesor de Economía Política Eastman en la Universidad Brown
[Traducido por Max Flint]
Cuando el
partido anti-austeridad Syriza llegó al poder en Grecia en Enero del 2015,
Cornel Ban y yo escribimos en un artículo en Foreign Affairs que, en algún momento, Europa tendría que encarar a
un Alexis Tsipras, el líder del partido y primer ministro griego, “porque sólo
hasta cierto punto, uno puede pedirle a la gente que vote por el
empobrecimiento hoy basado en promesas de un mañana mejor que nunca llega.” A
pesar de los intentos del eurogrupo, el Banco Central Europeo y el Fondo
Monetario Internacional desde Febrero de 2015, de sermonear a Grecia para que
aceptase aún más austeridad, los griegos votaron otra vez por el “no”, por un
margen aún mayor que el que obtuvo Syriza. Así que el partido va por ahora
democracia 2, austeridad 0. Pero, ¿qué ahora? Para responder esa pregunta, necesitamos
estar claros sobre qué es esta crisis y qué no es. Sorprendentemente, a pesar
del incesante comentario moralista perezoso en contrario, Grecia ha tenido muy
poco que ver con la crisis que lleva su nombre. Para ver por qué, lo mejor es
seguir el dinero – y a los que lo llevan al banco.
Las raíces
de la crisis yacen muy lejos de Grecia; yacen en la arquitectura de la banca
europea. Cuando nació el Euro en 1999, los griegos no sólo pudieron pedir
prestado como los alemanes, los bancos de todos pudieron dar y tomar prestado
en lo que efectivamente era una divisa extranjera barata. Y con tasas
súper-bajas, los países clamaban por entrar en el Euro, y con un boom de
crédito en todo el continente en marcha, tenía sentido que los bancos nacionales
expandieran el crédito privado hasta donde llegara el Euro.
De modo que la huella de los activos de los
bancos europeos (los préstamos y otros activos) se expandió masivamente durante
la primera década del Euro, especialmente en la periferia de Europa. De hecho,
de acuerdo con el Banco de Pagos Internacionales, para el 2010 cuando estalló la
crisis, los bancos franceses tenían el equivalente de casi 465 millardos de
Euros en los llamados activos periféricos deteriorados, mientras que los
bancos alemanes tenían 493 millardos de Euros en sus libros. Sólo una
pequeña parte de esos activos deteriorados era griega, y ahí está la cuestión:
Grecia representaba el dos por ciento de la eurozona en el 2010, y el déficit
del presupuesto revisado de Grecia ese año era del 15% del PTB del país – eso es
0,3 por ciento de la economía de la eurozona. En otras palabras, el déficit
griego era un error de redondeo, no una razón para entrar en pánico. A menos,
por supuesto, que los que tenían deuda griega, esos grandes bancos en el centro
de la eurozona, hubiesen, en la década anterior, crecido al doble del tamaño
(en términos de activos) de – y con tasas de apalancamiento operacional (activos
divididos entre pasivos) el doble de grandes de – sus contrapartidas
estadounidenses “demasiado grandes para quebrar”, como lo habían hecho. En un
mundo tan sobre-apalancado, si Grecia dejaba de pagar, esos bancos hubieran
tenido que vender otros activos soberanos similares para cubrir las pérdidas.
Pero todas esas órdenes de venta reventando a la vez en el mercado podrían
disparar una corrida bancaria a través de los mercados de bonos de la eurozona
que podría borrar a los principales bancos europeos.
Claramente,
se tenía que hacer algo para parar la pudrición, y ese algo fue el programa de
la troika para Grecia, el cual tuvo éxito en parar la corrida bancaria del
mercado de bonos – manteniendo a los griegos dentro y los rendimientos bajos – al
costo de dejar sin empleo a una cuarta parte de los griegos y de destruir un
tercio del PTB del país. Consecuentemente, Grecia ahora representa sólo el 1,7
por ciento de la eurozona, y el punto muerto en que se ha pasado los meses recientes ha tratado sobre mezclas de impuestos y gastos de unos pocos miles de millones de Euros.
Por qué, entonces, no hay trato para Grecia, especialmente cuando las
investigaciones del propio FMI han dicho que estas políticas son, en el mejor
caso, contraproducentes, y ¿cómo se las ha arreglado una economía tan pequeña para
generar tal amenaza mortal para el Euro?
Parte de la
historia, como escribimos en Enero, era el riesgo político que representaba
Syriza, que amenazaba con envalentonar a otras coaliciones anti-acreedores a través
de Europa, tales como Podemos en España. Pero otra parte yace en lo que las
élites europeas enterraron profundamente dentro de los supuestos rescates de
Grecia. A saber, los rescates no eran en absoluto para Grecia. Eran rescates-a-escondidas
para los grandes bancos de Europa, y los contribuyentes en los países
principales ahora están atascados con la cuenta, puesto que los griegos se rehúsan
a pagar. Este es el juego escondido que yace en el centro de la decisión griega
de decir que “no” y la incapacidad de Europa de resolver el problema.
A Grecia le
han dado dos rescates. El primero duró desde Mayo del 2010 hasta Junio de 2013
y consistió de un Acuerdo de Crédito Contingente [Stand-By] de 30 mil millones
de Euros del FMI y 80 mil millones de Euros en préstamos bilaterales de otros
gobiernos de la UE. El segundo duró desde el año 2012 hasta fines del 2014 (en
la práctica, duró hasta hace unos días) y comprendía 19,8 millardos de Euros
del FMI y otros 144,7 millardos de Euros desembolsados por una entidad
constituida a fines del 2012, llamada la Facilidad de Estabilidad Financiera de
Europa (EFSF, por sus siglas en inglés, ahora el Mecanismo Europeo de Estabilidad,
ESM). No todos estos fondos se desembolsaron. La cantidad final “prestada” a
Grecia estaba alrededor de 230 millardos de Euros.
La EFSF era
una compañía que estableció la UE en Luxemburgo “para preservar la estabilidad
financiera en la unión económica y monetaria europea” mediante la emisión de
bonos a tenor de unos 440 millardos de Euros que generarían préstamos a los países
con problemas. ¿Entonces qué hicieron con ese dinero? Emitieron bonos para
rescatar a los acreedores de Grecia -
principalmente los bancos de Francia y Alemania – mediante préstamos a Grecia.
Grecia era un mero conducto para un rescate. No era un receptor de ninguna
manera significativa, a pesar de lo que los medios repiten constantemente. De aproximadamente
unos 230 millardos de Euros desembolsados a Grecia, se estima que sólo 27
millardos fueron desembolsados para mantener el Estado griego funcionando. De
hecho, para el 2013 Grecia tenía un superávit y no le hacía falta ese
financiamiento. En consecuencia, el 65 por ciento de los préstamos a Grecia fue
directamente a través de Grecia a los principales bancos para pagar intereses,
deuda vencida y para la recapitalización de los bancos domésticos demandada por
los acreedores. Según otra contabilidad, el 90 por ciento de los “préstamos a
Grecia” pasó enteramente por encima de Grecia.
Reveladores
como son estos números, todavía omiten el hecho de que, luego que Mario Draghi
tomó el mando de Jean Claude Trichet en el BCE a fines del 2011, Draghi arrojó unos
1,2 billones [1,2 x 1012] de Euros de dinero público al sistema bancario
europeo para bajar los rendimientos en las Operaciones de Refinanciamiento a Largo
Plazo (LTROs, por sus siglas en inglés). Los rendimientos de los bonos bajaron
y los precios de los bonos pronto subieron. Esto le encantó a los tenedores de
bonos, quienes pudieron vender sus ahora reforzados bonos de LTROs de vuelta a
los gobiernos que los habían rescatado recientemente. En Marzo del 2012, el
gobierno griego, bajo los auspicios de la troika, lanzó un programa de recompra
que le compró a los acreedores, bancos privados y bancos centrales nacionales,
a un descuento de 53,4 por ciento del valor nominal del bono. Al hacerlo, 164
millardos de Euros de deuda pasaron de las manos del sector privado a la EFSF.
Esa deuda ahora reposa en la facilidad sucesora de la EFSF, el Mecanismo
Europeo de Estabilidad, donde causa gran inestabilidad. Así que si queremos
entender por qué las potencias combinadas de la eurozona no pueden resolver un
problema del tamaño de los sobrecostos de un contrato de defensa de los EEUU,
probablemente es de sabios comenzar ahí y no con la sabiduría financiera de griegos
corruptos o de amas de casa de Suabia. Como admitió Karl Otto Pöhl, el ex presidente
del Bundesbank, todo el asunto “tenía que ver con proteger a los bancos
alemanes, pero especialmente a los bancos franceses, de las deudas incobrables.”
Piénselo de
esta manera. Si le hubieran dado 230 millardos de Euros a Grecia, habría
alcanzado a casi 21.000 Euros por persona. Con tal generosidad, hubiera sido
imposible generar una tasa de desempleo de 25 por ciento entre los adultos, de
más de 50 por ciento entre los jóvenes, un fuerte aumento de la pobreza en la
tercera edad, y casi un colapso del sistema bancario – aún con el paquete de
austeridad de la troika en vigor.
Para
arreglar el problema, alguien en el centro de Europa va a tener que reconocer
la culpa de todo lo anterior y admitir que su dinero no se le entregó a los
perezosos griegos sino a banqueros ya rescatados quienes, a pesar del recorte
de pelo del valor nominal, terminaron con una ganancia en el trato. Hacerlo,
sin embargo, implicaría admitir que al desplazar, muy a propósito, la responsabilidad
de los acreedores temerarios a los prestatarios (nacionales) irresponsables,
Europa regeneraba exactamente el tipo de nacionalismo mezquino, en el cual los
alemanes morales hacen frente a los corruptos griegos, para eliminar el cual se
diseñó la UE. Y ese reconocimiento, especialmente cuando la porción de votos de
los principales partidos está disminuyendo y los partidos como el Syriza están
en ascensión, simplemente no va a ocurrir. ¿Qué va a ocurrir, entonces?
A pesar de
que Alemania haya sido un deudor moroso serial que recibió alivio de la deuda
cuatro veces en el siglo veinte, la Canciller Ángel Merkel no va a hacer de
policía contra rescatar el D-Bank y culpar de ello a los griegos. Tampoco el
presidente francés Francois Hollande ni ningún otro. En pocas palabras, las
posibilidades de una solución inteligente se desvanecen cada día que pasa, y la
inevitabilidad de la salida de Grecia de la eurozona está en ciernes. Es revelador
que Tsipras y sus colegas usaron la frase “48 horas” – a veces, “72 horas”-
repetidamente, como la fecha límite para obtener un nuevo trato con los
acreedores, una vez que se había votado el referéndum. Ese número se refería a
cuánto podrían durar solventes los bancos griegos una vez que el partido se
pusiera 2-0.
Al momento
de escribir esta nota, el BCE no sólo está violando sus propios estatutos al
limitar la asistencia de liquidez de emergencia a los bancos griegos, sino que
está aumentando el recorte del valor de las garantías griegas ofrecidas a
cambio de nuevo efectivo. En otras palabras, el BCE, lejos de ser un banco
central independiente, está actuando como el ejecutor del eurogrupo, a pesar
del riesgo que eso plantea al proyecto europeo como un todo. Nunca entendimos a
Grecia porque hemos rehusado ver la crisis por lo que era – la continuación de
una serie de rescates del sector financiero que comenzó en el 2008 y sigue hoy.
Es tanto más fácil echarle la culpa a los griegos y entonces sorprenderse
cuando se rehúsan a jugar con ese libreto.
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