Por supuesto, eso era cierto sólo hasta pasada la redoma de Prados, cuando uno caía en la cola del túnel hacia La Trinidad.
Al ver el tráfico parado, mi primer impulso -estoy seguro que el de Uds. también- fue montarme en el hombrillo y seguir hasta el túnel. A mitad de la maniobra de cambio de tres canales (desde el canal rápido hasta el hombrillo), me imaginé que la policía de Baruta, siguiendo su nueva rutina, debía tener el hombrillo bloqueado, a propósito para impedir maniobras ostentosamente ilegales como la mía. Rápidamente, cambié la dirección de la máquina para situarme en el canal ¨lento", que de todos modos parecía avanzar en ese momento más que el de la izquierda. Al cabo de unos momentos, me pude poner a leer las páginas de opinión de "El Nacional", que tenía pendientes.
Unos minutos mas tarde, me doy cuenta que el canal "rápido" avanza unos metros por hora más rápido que el mío, y que debido a la falta de entusiasmo de los conductores en ese canal, se abren unos espacios en la cola, que me permiten cambiarme de canal con facilidad. Dicho y hecho, empecé la maniobra de cambio de canal, mientras oía en la lejanía una cornetica de un motorizado, de esos que empiezan a pitar una cuadra antes del carro de uno, como exigiendo que uno lo espere que pase entre los carros, antes de iniciar cualquier maniobra. Yo me declaro alérgico a esas corneticas, al igual que el 99% de los conductores que conozco (hay un 1% de sordos de capirote). De modo que seguí cambiando de canal.
¡Cuál no sería mi sorpresa cuando el motorizado me alcanzó, una vez cambiado al canal de la izquierda, y me dí cuenta que era un policía de la nunca bien ponderada policía municipal de Baruta! Como yo tenía las dos ventanas de adelante abiertas, el policía tuvo a bien informarme de su opinión sobre mi maniobra, al pasar. No pude oírlo bien, así que respondí:
- ¿Cómo?
En lugar de detenerse a repetir la información, el policía se alejó sacudiendo la cabeza en señal negativa, reprobatoria. A los pocos minutos, repuesto un poco de los interrogantes inmediatos sobre la información proporcionada por el policía (y que no pude desentrañar, a pesar de mis esfuerzos de hacer memoria), decidí publicar este cuento, y mis conclusiones:
¿Hasta cuándo nuestros valientes policías motorizados van a continuar creyendo que la raya entre los canales es en sí misma un canal, sólo para motos y con prioridad sobre los carros?
¿Saben nuestros valientes policías motorizados que nosotros, los humildes conductores, no estamos puestos en la cola por el gobierno -sea bolivariano o democrático- para cuidarlos a ellos, mientras pasan raudos entre las filas de carros?
Alcalde Blyde, ¡por favor! Disponga una actividad de adiestramiento para nuestros "héroes de negro", para responder esas preguntas y las demás que seguro surgirán, sobre las autopistas y otras vías de circulación de vehículos a motor. Los humildes habitantes del municipio se lo agradeceremos todos los días, al engrosar la cola mañana, tarde y noche -siempre que Ramírez tenga a bien suministrarnos gasolina...
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